Es una “raíz artificial” de titanio que se inserta en la mandíbula o maxilar para ocupar el espacio del diente que falta. Pasado un tiempo se crea una integración ósea (el hueso cicatriza alrededor del implante) y se puede continuar con la fase protésica, colocando la corona definitiva sobre el implante. El aspecto, sensación y comportamiento del nuevo diente es muy similar a los de los dientes naturales.
1. Mantiene la anatomía: al perder dientes el hueso que los soporta se va reabsorbiendo afectando la armonía de la boca e incluso la estética facial.
2. Los implantes ayudan a mantener el nivel del hueso en la mandíbula y el maxilar, conservando así la forma natural de la cara.
3. Evita realizar el desgaste de otros dientes sanos para confeccionar prótesis fijas o removibles.
4. La sensación masticatoria es similar a la de un diente natural.
5. Proporciona más comodidad que las prótesis removibles, ya que no se deslizan ni se mueven, evitando irritaciones y dolor en la encía y dientes adyacentes.
6. Excelente confort, fiabilidad y ausencia de situaciones embarazosas.
7. Tienen mayor duración que las prótesis convencionales.